¿Qué iba a pensar la gente? O sea, no era algo normal o algo muy
convencional. El sentirnos llenos con la voz del otro pero, que esa voz fuera
emitida no por el aire, si no, por una de esas video-llamadas que resultaban
ser el único medio alcanzable para poder sentirnos mas cerca el uno del
otro.
La gente decía: ¡wow! él es de Ámsterdam y
tú una chilena ¿como lo hacen? ¿Cómo se conocieron?
El turismo siempre fue mi pasión y Ámsterdam
para mi era un sueño, un sueño que estaba a pocos meses de alcanzar, jamás pensé
que dentro de ese sueño estuviera oculto uno mucho mayor, uno que llevaba una
liviana barba, un curioso acento, manos grandes y ojos color café late.
Tardaron solo 5 días para que yo me enamorara perdidamente de ti y que tu me
pidieras que fuera tu novia, idea loca, hasta ahora lo pienso pero sin duda la
mejor. Nos unía una lengua ajena, ni tuya, ni mía, el ingles que manejábamos
con torpeza pero que nos permitía al menos no sentirnos como dos
extraterrestres con muchos sentimientos dentro. Dejar esa tierra de ensueño y
dejar al hombre que me quitaba el sueño fue tal vez la cosa mas difícil que
haya tenido que hacer en mi vida, incluso mas que decidir que carrera escoger y
romperle el corazón a mi madre al no seguir esa vida de doctora que deseaba
para mi. No se, no entiendo. Jamás entendí porque siempre en las despedidas el
cielo acompaña a mis sentimientos, hace la escena perfecta, un cliché ridículo.
El aeropuerto me pareció el lugar mas solitario a pesar que estuviera atestado
de gente luego de darte ese ultimo abrazo, ese ultimo beso y escuchar ese: See
you later, love you.
Un largo y doloroso viaje donde solo
dormir gracias a unas pastillas logro que no pensara en ti, al menos eso creí, soñé
contigo cada hora.
¿Que importaba lo que la gente pensara?
Era mi historia de amor, era nuestro sueño secreto mejor guardado, era ese café
de media tarde que tanto nos encantaba, solo a nosotros dos. Dos, dos, dos,
solo dos. Las horas de diferencia siempre jugaban en contra, pero no importaba,
deseaba esas ojeras de amor bajo mis verdes ojos. Deseaba verte a pesar que el
tocar la pantalla de mi computador fuera mas frió que el hueco junto a mi y tu
soledad llenándolo por completo. Solíamos llorar, llorar en silencio, me decías
lo angustiado que te sentías por no poder secar cada lagrima. Reíamos a veces
sin parar de ciertas cosas sin sentido, o incluso quedarnos profundamente
dormidos.
Era nuestro mundo, nuestra historia de
amor, un tanto incomprendida, jamás apoyada pero por sobre todo la más atestada
de comentarios, chismes y consejos mal intencionados. Yo me mantenía firme a
tus promesas y tu abrazabas cada una de las mías. Encontrarnos en un punto
medio de nuestras vidas, amarnos para toda la vida, demostrar que lo nuestro
era mas que un amor de vacaciones o ¿que mas? una niñería, sí, así lo
llamaban.
Cuatro largos años pasaron y ahogada entre
la distancia, la soledad y las ganas de verte. Amándote con cada fibra de mi
cuerpo, deseando tocarte como si eso fuera a desatar vida eterna dentro de mi,
te vi salir del abordaje del aeropuerto, jamás sentí las piernas tan firmes y frágiles
al mismo tiempo en que me acompañaron en correr y saltar a tus brazos como por acción
mecánica de querer sentir mi cuerpo junto al tuyo, en su encaje perfecto.
Sentir tu aroma y llenarme de recuerdos, esa primera vez que te vi en ese café
de lectura, en el que me pediste un lápiz. Y besarte ¡oh! ¿Podía morir y vivir
al mismo tiempo? Sentía como todo mi cuerpo se elevaba, ignoraba la cantidad de
gente que nos rodeaba y las lágrimas de felicidad plena y máxima me inundaban
por completo. Cuatro largos años lo valía completamente, al menos si era para
verte diez minutos, pero no...
Nuestra historia de amor estaba escrita de
una manera caótica, preciosa y perfecta, tanto así que junto a tu enorme maleta
aterrizaba en mi país cientos de miles de tus cosas, y más de ellas próximas a
llegar en unos días más. El sueño de verte cada mañana y abrazarte cada noche
se había convertido como de princesa en realidad y vivir junto a ti de ahora en
adelante fue el broche de oro a toda esta espera.
¿Que importaría ahora que diría el resto?
Nos tomarían como ejemplo de amor verdadero, falsos todos al no creer, al no
tener la fe necesaria o el corazón tibio para creer que esto desde el comienzo
funcionaba.
Y esto escribo y escribo mientras lloro
frente a la pantalla del monitor en una habitación oscura, me miras con
angustia y te sigo redactando mis sueños. No estas aquí. Solo ha pasado un mes
desde que te vi y nos enamoramos, solo ha pasado un mes desde que te espero con
locura.