
Me siento como un cliché hablando así sobre los días fríos, se que todos nos sentimos diferentes, más tristes, con una necesidad más grande de sentir amor de las otras personas.
Los días grises para mi en especial me hacen andar con mucho más sueño, a pasitos lentos, más distraida de lo usual, más deprimida, quizás hasta más sensible.
Más dormilona, menos atenta, más aturdida, menos alegre.
No quiero esos recuerdos que no tendrían que estar en mi mente, no quiero repetir momentos que sé que se han quedado en el pasado, y que solo sucederán ahí por unos segundos para solo causar ese pequeño encantador dolor en mi corazón para luego volver a marcharse sin miedo y volver a quedar con ese nudo astillado en medio de la garganta, con los dedos paralizados sobre las teclas, sin poder teclear nada más que un pequeño adiós, sin más ni menos.
No quiero que mis sentimientos cambien cuando el clima cambie, no quiero que las personas cambien, que los momentos cambien, que las oportunidades cambien.
Los días grises son momentos para pensar que si las cosas que has estado haciendo son realmente las correctas o no.
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