Yo no quiero hablar de ti, no quiero hablar de ti, no quiero hablar de ti.

domingo, 9 de febrero de 2014

No me llenes de flores.

No se que hay en ti que hace que pueda volver una y otra vez a buscarte continuamente sin importar si poseo orgullo, dignidad, valores, amor propio o incluso una pizca de interés en lo que dice el resto respecto a todo esto.
Era buscarte con la mirada cada vez que sabia que nos encontrábamos bajo el mismo sol, los mismos arboles, el mismo aire cargado con un toque de canela o tal vez en esa habitación atestada de personas que conocíamos, amigos en común, esas mismas personas que decían que nos estábamos matando mutuamente, que me estabas quemando el corazón y que yo estaba simplemente subiendote el ego.
El vaivén había comenzado tiempo atrás, lo recuerdo.
La forma en que podías callar mis gritos con tus dulces y románticos besos llenos de ese gustito a menta y café que tanto me gustaba, pero luego de esos besos y de que tu presencia se marchara de la habitación dejandome sola en ese departamento que compartiamos hace menos de 4 meses, me inundaba un mar de lágrimas, que me engañaras con otra mujer no estaba en mis planes.
Pero ¿que pasaba por mi mente? como aun con el corazón hecho cenizas tu voz tan calida y aterciopelada podía hacerme volver casi como hipnotizada o embobada a ti.
Hay valor en mi, mi madre lo sabia, mis amigas lo sabían, el mundo entero lo sabia.. menos yo.
Verte volver con la camisa arrugada, con la corbata movida del perfecto lugar en que la acomode en la mañana, oliendo según tu al olor que podía haber en el baño de hombres, una mezcla exacta de flores de verano y una pizca cítrica que no podía ser nada mas ni nada menos que el perfume de la otra esclava de ti y no de el aerosol con el que se ambientaba el baño, demasiada mentira en algo tan tonto.
Que entraras al departamento me iluminaba y me oscurecía al mismo tiempo, era como caer y sentir la adrenalina pero aterrizar tan fuerte y duro que ni tiempo de gritar poseía. Recibir un beso con sabor a otros labios aniquilaba mi alma pero superficialmente no podías ver mas que una sonrisa de adolescente enamorada.
Seguía mostrándome sumisa, encantadora, pulida y perfecta. Nada lastimada ¿quién quería llamar la atención de los espectadores? nadie, al menos yo no.
Luego de 3 meses llegando tarde del trabajo llenabas nuestro "hogar" con flores y luego de escoger el mejor lugar para ellas, al día siguiente luego de haberte dejado en la puerta del ascensor me encargaba de quitar cada pétalo y dejarlos caer por el balcón sintiendo que arrojaba mi corazón por pedacitos ligeros, algunos se los llevaba la brisa de otoño y otros solo caían esparcidos en el cemento.
Y dos meses después de muchos gritos callados, de sin fines peleas y discusiones sin terminar, de llantos ocultos, de sonrisas falsas, de desayunos exageradamente ridículos queriendo ser románticos, de lavar camisas con restos de labial ajeno, de migajas y flores baratas, de acomodar tu estúpida corbata, de tolerar tu ego y tu falta de clase, de que no respondieras tu celular, de almorzar sola, de que trataras de llenar el hueco que se estaba formando dentro de mi con compras compulsivas y una tarjeta de crédito con un espacio que ni en mi vida entera hubiera podido llenar, de charlas de mi entorno tratando de cambiar mi estilo de vida, de mirarme detenidamente al espejo y lograr ver ese brillo en mi.. algo hizo click.
Esa noche al llegar solo lograste encontrar mi aroma pero no mi presencia, no estaba mi voz pero si una nota que decía: Hay valor en mi y no te pertenece, puede cenar tus flores. 
Y me deshice de ti como un mal recuerdo, me permiti el placer de no volver a ver tu sonrisa hipnotizante y de tomar tus fuertes manos que lograban aprisionarme.
Hay valor en mi como para recomenzar mi vida otra vez.

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